Un tiro en la nuca

Un tiro en la nuca

El gobierno de la presidente Cristina Kirchner, fiel a su costumbre de aplicar las disposiciones más importantes y trascendentes de apuro y sin consultar con nadie que no sea “del palo”, acaba de generar un proyecto -que todavía tendrá que ser aprobado por el Congreso- que permite un blanqueo fenomenal de dinero no declarado.

Mi punto central acá no es la discusión de los méritos económicos de la medida. En verdad nadie tiene, a ciencia cierta, manera de medir, minuciosa y acreditadamente, el impacto que puede tener, en una eventual reactivación de la economía argentina, el ingreso de dinero mantenido durante décadas fuera de nuestro país.

Pero lo que sí hoy sabemos, la cuestión que no ofrece dudas, es que se trata de un nuevo asesinato del estado de derecho, entendido el estado de derecho como una secuencia que en el tiempo se fortalece en tanto y en cuanto somos capaces de generar continuidad de esa medida.

Es una medida injusta, socialmente injusta para todos aquellos –quien les habla entre otros- que no solamente pagamos hace añares nuestros tributos fiscales, esforzada y minuciosamente, sino que, inclusive por habernos blanqueado desde el primer día, por no haber negreado nunca, pertenecemos al grupo de los contribuyentes registrados, los leones del zoológico que vienen a cazar los cazadores de la agencia recaudadora.

Por eso, tiene razón Alberto Abad -el ex director general de la AFIP- cuando sostiene que esto que acaba de anunciar el gobierno es “un salto al vacío, porque permite blanquear dinero o bienes mal habidos sin que se investigue su origen”.

Lo que es mucho más grave, mucho más desesperante, mucho más angustiante, es este fenómeno incontrovertible. Durante años de gestión de Alberto Abad la AFIP vino presentando un promedio de 1.000 denuncias penales por evasión al año. Esto generó, desde luego, una serie muy grande de juicios y de sentencias favorables al Estado por evasión.

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