Arturo Rodríguez desvió importante donación en Santa Cruz


Ítalo Garibaldi, el jubilado que entregó sus ahorros para construir una escuela que nunca se hizo.


Evaristo Arturo Rodríguez

Si realiza una donación en Santa Cruz, tenga cuidado

Esta historia, difícil de creer pero verdadera, sucedió en la provincia del matrimonio Kirchner. Un jubilado donó los ahorros de toda su vida para que se construyera una escuela. Habló con las autoridades, se interesó por el terreno, miró los planos. Y puso 300 mil dólares de su bolsillo.

Pero las cosas no salieron bien en Puerto Deseado, el pueblo de Santa Cruz que había elegido para el proyecto. Los problemas empezaron cuando el intendente echó mano al dinero para gastarlo en otros fines, con la excusa de “urgencias” en el presupuesto. Después las obras se demoraron un año para comenzar, lo que provocó que tardaran un total de cuatro años para estar listas. Y como si esto fuera poco, el resultado fue una escuela muy distinta a la que se había pedido: sobre todo porque nunca construyeron un edificio nuevo, sino que apenas acondicionaron un viejo inmueble de la Municipalidad.

El responsable del desvío de fondos fue Arturo Rodríguez, un hombre del corazón del kirchnerismo. Tiene una relación de gran confianza con Néstor Kirchner, que como gobernador también aceptó el dinero para la escuela. A pesar del escándalo, Rodríguez fue premiado en las últimas elecciones con una banca de diputado nacional.

Perfil reveló algunos de estos hechos increíbles en el año 2006, cuando el hombre que había cedido sus ahorros tenía la esperanza de recuperarlos por la vía judicial. Ahora esta historia se volvió más insólita, porque la Justicia santacruceña sentenció que no tiene derecho a que le devuelvan su dinero. El máximo tribunal de Santa Cruz firmó hace poco una curiosa resolución, donde propone dejar de lado las “ valoraciones éticas o morales” y se pronuncia a favor de los funcionarios kirchneristas.

1 comentarios:

German R. dijo...

Bueno... entonces llamen al Zorro para que haga justicia.

O... los podríamos colgar en la plaza.